viernes, 29 de enero de 2016

“Ganarse el pan o ganarse la vida”, cuando volver de las vacaciones nos hace pensar en qué estamos haciendo Retomar la rutina genera una movilización interna. En algunos casos, las personas deben enfrentar el stress post vacacional puede afectarlos hasta dos semanas posteriores al regreso. Este efecto no deseado del regreso al trabajo puede ser prevenido e incluso considerado como ser una oportunidad para detectar algún cambio que estamos necesitando hacer en nuestras vidas. ¿Por qué nos cuesta tanto retomar la rutina? ¿Cómo podemos hacer para que “la vuelta” no sea tan ardua? El síndrome del stress post vacacional que tantas veces escuchamos nombrar tiene que ver con síntomas asociados a la depresión que aparecen al momento de tener que enfrentar la vuelta a las actividades de todos los días: “Esto se presenta especialmente en algunas personas con un perfil específico, con cierta tendencia a atravesar ciclos depresivos. Hay personas que, por ejemplo, manifiesta que no pueden disfrutar de los domingos porque ya se levantan pensando que al otro día tienen que trabajar. De manera similar suele suceder en el caso de las vacaciones. Durante 15 días estuvimos en otro ámbito, con la posibilidad del ocio, sin obligaciones laborales ni responsabilidades relacionadas con el trabajo y el hecho de retomar la actividad implica perder todo eso y una adaptación que puede costarnos mucho”, señala Alejandro Corbalán, consultor psicológico (counselor) y Presidente de la Asociación Argentina de Counselors. Frente a esta situación, algunas sugerencias pueden ser: - Estrategia: tratar de volver unos días antes de retomar el trabajo, no llegar el mimo día, darse a uno mismo el tiempo de “reacomodarse” para que la vuelta sea paulatina y no abrupta. Si bien no existe una receta exacta, cada persona tiene que examinar qué es lo que a sí mismo le beneficia. Incluso dentro de un mismo grupo familiar, puede haber algún integrante que sufra más de este tipo de stress que otros, con lo cual conversar entre todos y lograr la manera de adaptarnos mejor, va a beneficiarnos en esos días de adaptación.“Es importante ser conscientes de que la vida es cambio y, por ende, supone momentos distintos a diario y cuanto más preparados estemos para el cambio, mejor lo vamos a poder pasar. Si nos podemos preparar para algo, lo podremos afrontar de mejor manera. Tenemos que poder detectar qué pequeñas modificaciones y acciones nos hacen bien a cada uno”, explica Corbalán. Otra medida que puede mejorar nuestra respuesta a este cambio específico es concientizarnos de que debemos re incorporarnos a las actividades de manera paulatina. No comenzar tomándonos el trabajo como si ya viniéramos “en carrera”. Reiniciar de a poco, con calma. Quizás tomarnos algunos momentos para comentar las vacaciones con los compañeros y el regreso, nos ayude a elaborar la situación. Esto es un punto que también el liderazgo gerencial debería tener en cuenta para mejorar las posibilidades de rendimiento laboral de los empleados. A veces también resulta beneficioso incorporar a la vida alguna práctica relacionada con lo vivido en vacaciones, como momentos de ocio, deportes y actividades al aire libre, escapadas de miniturismo o paseos a lugares bonitos o de relax. - Revisión y cambios de vida: aprovechar esta “crisis” para evaluar si el motivo de ese malestar nos está señalando alguna causa más profunda: “volver de vacaciones puede servirnos como un momento de replanteo, así como fin de año fue un momento de balance. Entonces podríamos reflexionar por ejemplo, cuál es nuestra relación con nuestro trabajo y qué tiene que ver esa actividad con lo que realmente queremos hacer en la vida”. Podemos vivir el trabajo de una manera o de otra: “Ganarse el pan o ganarse la vida” esto implica visualizar si lo que hacemos le agrega sentido realmente a nuestra vida o si lo que obtenemos es solamente un rédito económico. “Esto último, con el tiempo, empieza a pesar, así como hay otros que, en el otro extremo, no pueden parar de trabajar porque están demasiado apasionados con lo que hacen”, agrega el counselor Alejandro Corbalán.

“Ganarse el pan o ganarse la vida”, cuando volver de las vacaciones nos hace pensar en qué estamos haciendo

Retomar la rutina genera una movilización interna. En algunos casos, las personas deben enfrentar el stress post vacacional puede afectarlos hasta dos semanas posteriores al regreso. Este efecto no deseado del regreso al trabajo puede ser prevenido e incluso considerado como ser una oportunidad para detectar algún cambio que estamos necesitando hacer en nuestras vidas.

¿Por qué nos cuesta tanto retomar la rutina? ¿Cómo podemos hacer para que “la vuelta” no sea tan ardua? El síndrome del stress post vacacional que tantas veces escuchamos nombrar tiene que ver con síntomas asociados a la depresión que aparecen al momento de tener que enfrentar la vuelta a las actividades de todos los días: “Esto se presenta especialmente en algunas personas con un perfil específico, con cierta tendencia a atravesar ciclos depresivos. Hay personas que, por ejemplo, manifiesta que no pueden disfrutar de los domingos porque ya se levantan pensando que al otro día tienen que trabajar. De manera similar suele suceder en el caso de las vacaciones. Durante 15 días estuvimos en otro ámbito, con la posibilidad del ocio, sin obligaciones laborales ni responsabilidades relacionadas con el trabajo y el hecho de retomar la actividad implica perder todo eso y una adaptación que puede costarnos mucho”, señala Alejandro Corbalán, consultor psicológico (counselor) y Presidente de la Asociación Argentina de Counselors.

Frente a esta situación, algunas sugerencias pueden ser:
-       Estrategia: tratar de volver unos días antes de retomar el trabajo, no llegar el mimo día, darse a uno mismo el tiempo de “reacomodarse” para que la vuelta sea paulatina y no abrupta. Si bien no existe una receta exacta, cada persona tiene que examinar qué es lo que a sí mismo le beneficia. Incluso dentro de un mismo grupo familiar, puede haber algún integrante que sufra más de este tipo de stress que otros, con lo cual conversar entre todos y lograr la manera de adaptarnos mejor, va a beneficiarnos en esos días de adaptación.“Es importante ser conscientes de que la vida es cambio y, por ende, supone momentos distintos a diario y cuanto más preparados estemos para el cambio, mejor lo vamos a poder pasar. Si nos podemos preparar para algo, lo podremos afrontar de mejor manera. Tenemos que poder detectar qué pequeñas modificaciones y acciones nos hacen bien a cada uno”, explica Corbalán.
Otra medida que puede mejorar nuestra respuesta a este cambio específico es concientizarnos de que debemos re incorporarnos a las actividades de manera paulatina. No comenzar tomándonos el trabajo como si ya viniéramos “en carrera”. Reiniciar de a poco, con calma. Quizás tomarnos algunos momentos para comentar las vacaciones con los compañeros y el regreso, nos ayude a elaborar la situación. Esto es un punto que también el liderazgo gerencial debería tener en cuenta para mejorar las posibilidades de rendimiento laboral de los empleados.
A veces también resulta beneficioso incorporar a la vida alguna práctica relacionada con lo vivido en vacaciones, como momentos de ocio, deportes y actividades al aire libre, escapadas de miniturismo o paseos a lugares bonitos o de relax.

-       Revisión y cambios de vida: aprovechar esta “crisis” para evaluar si el motivo de ese malestar nos está señalando alguna causa más profunda: “volver de vacaciones puede servirnos como un momento de replanteo, así como fin de año fue un momento de balance. Entonces podríamos reflexionar por ejemplo, cuál es nuestra relación con nuestro trabajo y qué tiene que ver esa actividad con lo que realmente queremos hacer en la vida”. Podemos vivir el trabajo de una manera o de otra: “Ganarse el pan o ganarse la vida” esto implica visualizar si lo que hacemos le agrega sentido realmente a nuestra vida o si lo que obtenemos es solamente un rédito económico. “Esto último, con el tiempo, empieza a pesar, así como hay otros que, en el otro extremo, no pueden parar de trabajar porque están demasiado apasionados con lo que hacen”, agrega el counselor Alejandro Corbalán.
 
Retomar la rutina genera una movilización interna. En algunos casos, las personas deben enfrentar el stress post vacacional puede afectarlos hasta dos semanas posteriores al regreso. Este efecto no deseado del regreso al trabajo puede ser prevenido e incluso considerado como ser una oportunidad para detectar algún cambio que estamos necesitando hacer en nuestras vidas.

¿Por qué nos cuesta tanto retomar la rutina? ¿Cómo podemos hacer para que “la vuelta” no sea tan ardua? El síndrome del stress post vacacional que tantas veces escuchamos nombrar tiene que ver con síntomas asociados a la depresión que aparecen al momento de tener que enfrentar la vuelta a las actividades de todos los días: “Esto se presenta especialmente en algunas personas con un perfil específico, con cierta tendencia a atravesar ciclos depresivos. Hay personas que, por ejemplo, manifiesta que no pueden disfrutar de los domingos porque ya se levantan pensando que al otro día tienen que trabajar. De manera similar suele suceder en el caso de las vacaciones. Durante 15 días estuvimos en otro ámbito, con la posibilidad del ocio, sin obligaciones laborales ni responsabilidades relacionadas con el trabajo y el hecho de retomar la actividad implica perder todo eso y una adaptación que puede costarnos mucho”, señala Alejandro Corbalán, consultor psicológico (counselor) y Presidente de la Asociación Argentina de Counselors.

Frente a esta situación, algunas sugerencias pueden ser:
-       Estrategia: tratar de volver unos días antes de retomar el trabajo, no llegar el mimo día, darse a uno mismo el tiempo de “reacomodarse” para que la vuelta sea paulatina y no abrupta. Si bien no existe una receta exacta, cada persona tiene que examinar qué es lo que a sí mismo le beneficia. Incluso dentro de un mismo grupo familiar, puede haber algún integrante que sufra más de este tipo de stress que otros, con lo cual conversar entre todos y lograr la manera de adaptarnos mejor, va a beneficiarnos en esos días de adaptación.“Es importante ser conscientes de que la vida es cambio y, por ende, supone momentos distintos a diario y cuanto más preparados estemos para el cambio, mejor lo vamos a poder pasar. Si nos podemos preparar para algo, lo podremos afrontar de mejor manera. Tenemos que poder detectar qué pequeñas modificaciones y acciones nos hacen bien a cada uno”, explica Corbalán.
Otra medida que puede mejorar nuestra respuesta a este cambio específico es concientizarnos de que debemos re incorporarnos a las actividades de manera paulatina. No comenzar tomándonos el trabajo como si ya viniéramos “en carrera”. Reiniciar de a poco, con calma. Quizás tomarnos algunos momentos para comentar las vacaciones con los compañeros y el regreso, nos ayude a elaborar la situación. Esto es un punto que también el liderazgo gerencial debería tener en cuenta para mejorar las posibilidades de rendimiento laboral de los empleados.
A veces también resulta beneficioso incorporar a la vida alguna práctica relacionada con lo vivido en vacaciones, como momentos de ocio, deportes y actividades al aire libre, escapadas de miniturismo o paseos a lugares bonitos o de relax.

-       Revisión y cambios de vida: aprovechar esta “crisis” para evaluar si el motivo de ese malestar nos está señalando alguna causa más profunda: “volver de vacaciones puede servirnos como un momento de replanteo, así como fin de año fue un momento de balance. Entonces podríamos reflexionar por ejemplo, cuál es nuestra relación con nuestro trabajo y qué tiene que ver esa actividad con lo que realmente queremos hacer en la vida”. Podemos vivir el trabajo de una manera o de otra: “Ganarse el pan o ganarse la vida” esto implica visualizar si lo que hacemos le agrega sentido realmente a nuestra vida o si lo que obtenemos es solamente un rédito económico. “Esto último, con el tiempo, empieza a pesar, así como hay otros que, en el otro extremo, no pueden parar de trabajar porque están demasiado apasionados con lo que hacen”, agrega el counselor Alejandro Corbalán.
 

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